domingo, 28 de noviembre de 2021

Nombre en la nieve

El martes nevó en mi ciudad, así que, olvidando el frio y las calles resbaladizas, me abrigué hasta no pertenecerme, para caminar sobre mi destino. La nieve es mi infancia, y, los años oscuros del colegio. Nunca me gustó el colegio de monjas, al que me apuntaron mis padres: las niñas eran malas, envidiosas, groseras, antipáticas, crueles; las monjas eran unas maniáticas, que me pegaban si no sabía leer o sumar bien. La nieve es mi abuelo, materno, y su recogedor azul en el balcón, desde donde mirábamos los kilos blancos, sobre los tejados de enfrente. La nieve, es el día el que que murió mi abuelo. La nieve en mi madurez, es no caerme, para seguir sobreviviendo en un mundo que a veces me da asco, pues ha olvidado la empatía, el sentimiento, la belleza, la bondad; un mundo que yace sepultado debajo del egoísmo, de la envidia, del grito, de la náusea, de la guerra, del dolor. No quiero vivir, en un mundo, al que no pertenezco, por eso escribí mi nombre sobre la nieve, para soñar en otra realidad; donde los seres humanos teñidos de esperanza se den las manos, no se las incineren en medio de la incertidumbre. Mi nombre, es solo uno más, que lucha por construir una sociedad sin miedo, ni dictaduras; por una sociedad libre, donde sonreír no sea pecado

 

Ana Tapias( todos los derehcos reservados)©

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