Estas pinzas, yacen silenciosas, dentro de la muerte, de uno de mis tíos
paternos; quien imagino, que las usaría para colgar sus prendas. Nadie ha
querido rescatar las pinzas, de su espacio; por temor a que las huellas, del
difunto, contaminaran nuestros pensamientos, envueltos, en las prisas, en la rutina, en la monotonía, en
el estrés de no recordar gestos, palabras, olores, que forman parte de nuestras
muertes, que son las de las otros; que
nos invitan a soñar, con no ser eternos, con no congelarnos en la memorias de
quienes nos quisieron; con cambiar de
estado para pasar a ser silencio fúnebre, que nunca habla desde la ropa, sino que
se desdibuja dentro del color de la vida, que pasa para todos, que nos ignora a
todos, que nos deja a todos como pinzas, inertes, en medio de la nada, donde es
imposible llorar a nuestro olvido
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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