Cada cuatro años llega la campaña electoral, que debería ser un examen de lo que han hecho sus señorias, pero, acaba convirtiéndose en una obra de Sofoclés. Los politicos, seres huérfanos de la verdad, esgrimen sus programas entre gritos y aplausos ante un público agradecido al que luego asesinarán.
En las calles, al lado de carteles de los Tiranos, el pueblo mira desconfiado, pensando en cómo y en dónde los apuñalarán: en la subida de impuestos, en la precaríedad de los contratos laborales, en los recortes en la sanidad, en los recortes en educación, en los recortes en las políticas sociales, en la no subida de las pensiones, en no cobrar prestaciones.
Vivo la tragedia de elegir quién me acuchillará.
En las calles, al lado de carteles de los Tiranos, el pueblo mira desconfiado, pensando en cómo y en dónde los apuñalarán: en la subida de impuestos, en la precaríedad de los contratos laborales, en los recortes en la sanidad, en los recortes en educación, en los recortes en las políticas sociales, en la no subida de las pensiones, en no cobrar prestaciones.
Vivo la tragedia de elegir quién me acuchillará.
Ana Tapias
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