miércoles, 26 de julio de 2023

Morir

 

 Iba caminando por la orilla, ajena a mi muerte, cuando vi algo que brillaba en el mar; era un pez sin nombre, ni apellidos, que las olas balanceaban como si fuera una despedida de la realidad. Cerré los ojos, con suavidad, e imaginé mi ataúd de algas, bordeado de conchas de mar, llorado por sirenas; que gritaban mi vuelta a la vida, para que pudiera sonreír a un horizonte sin fantasmas; donde seguir soñando con una sociedad, donde la injusticia no apretará el corazón de tantos inocentes, que mueren asesinados como aquel pez, que era yo. Cada día nos matan, pero hemos de volver a caminar, para que nuestra silueta no se desdibuje dentro del olvido

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

No hay comentarios:

Publicar un comentario