Suelo quedarme dormida leyendo; me parece mágico el momento en que mis ojos se cierran; no sé, si los volveré a abrir o me quedaré atrapada dentro de mis sueños, y no sabré volver a mi rutina, insuficiente de alegrías, cargada de mascarillas, amoldada a la supervivencia. Desde el otro lado, veo imágenes; creo abecedarios, conjugados en color, o en blanco y negro, depende del espacio finito por el que mueva mis pies pequeños, mis manos grandes, mis palabras inertes, mis lágrimas sin consuelo. A veces, al despertarme, recuerdo lo vivido y me estremezco sobre las dudas. La noche pasada, se acerca la siguiente, eran pesadillas. Tenía que saltar de un lado a otro, y salvar un pequeño foso, que mi inteligencia dormida, es capaz de saber que es incapaz de saltar. He de raptar por un muro de arena, o moriré. Creo que lo logro. Otra imagen, una casa abandonada en medio, de la noche, apenas veo. todo está obscuro, y gritó “Mamá". Desconozco la angustia de esta madrugada, pero logra que me afecte en mis primeros pasos, guiados por la certidumbre de saberme viva.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©