El otoño dibuja sombras acatarradas, por el frio incipiente; que se mece en la nostalgia de las hojas, bamboleadas por el destino; que nunca acierta con las esperanzas; que nunca piensa en el deseo; que nunca esculpe sueños; que siempre invita a las lágrimas del ayer; donde los abrazos parecían fáciles; donde las sonrisas eran un regalo; donde las aventuras no eran viajes hacia la incertidumbre; que se asoma, cada día, al espejo, que ha romperse para sobrevivir.
A la memoria de mis cuatro abuelos. Os quiero.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias
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