El atardecer es el adiós, que olvida
los sufrimientos del destino, que posterga los bautizos de la indiferencia, que
difumina las lágrimas contenidas en los espejos. Al llegar el ocaso, las
sombras, la oscuridad, lo imposible se adueña de nuestros cuerpos abatidos, por
las circunstancias no elegidas a las que hemos de sobrevivir, cada amanecer, sin
rebelarnos; a las que hemos de alimentar, cada amanecer, sin gritar; a las que
hemos de cantar, cada amanecer, sin desafinar. El atardecer es el pequeño dios, al que hemos de rezar, envueltos en un pijama de porqués
Ana Tapias( todos los derechos resevados)©