He encontrado esta fotografía, imagino que los de años 50, donde aparece mi tío abuelo, Amador, en una tienda, de prensa, en la Estación de tren de Segovia. Acompañado del guardagujas, de dos mujeres vestidas, de blanco, con el pelo recogido y detrás del mostrador, la vendedora, vestida, de negro, con el pelo recogido. Todos sonríen ante el futuro, que a mi tío le llegó pronto. Pues murió, con cuarenta años, de un derrame cerebral, a los pocos meses de casarse. El resto de los participantes, en la fotografía, nunca sabré quienes son, ni qué fue de sus vidas; ni si fueron felices, o lloraron amargamente al ver cómo iban, lentamente, desapareciendo de sus seres, agotados por el inevitable, ineludible, insaciable, paso del tiempo, que adelgaza los momentos, convirtiéndolos en esqueletos desmemoriados del olvido.
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