Es complicado entender la realidad, por
mucho que nos esforcemos siempre hay algo que nos descoloca, que nos descabeza,
que nos descataloga del sentido común. La muerte, inesperada, por un cáncer de
un hombre o mujer con futuro. El ingreso en un psiquiátrico, de una persona joven,
con la que siempre has hablado y te parecía coherente. Un virus, irreverente,
cuyo origen es desconocido que asesina sin hablar. Familiares, que no se hablan
entre años, y se gritan en un WhatsApp por el reparto de la herencia de un tío
soltero. Bares donde has compartido momentos felices, abandonados a su destino.
Un árbol tirado por el viento, sobre el cauce de un río, que era tu confesor
clandestino, que todos olvidan pero que tú lloras. La realidad nos
desborda por ser inesperada, injusta, cruel con lo que amamos. Nunca terminamos
de sobreponernos a los pequeños puzles de dolor, que lloramos, bajo la
mirada de las sombras, sin detenernos a pensar, pues la vida sigue pese a todo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados(©
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