El
tiempo, siempre, muere dentro de nuestra mirada, que busca excusas para no
llorar la despedida; que se aferra el paisaje; que congela el sentimiento; que
ignora la erosión de la enfermedad; pero, todos, enmohecemos, cada día, bajo
los suspiros del reloj, que se vuelve impersonal, impredecible, implacable ante
el destino, que siempre vuelve a por nosotros.
Ana
Tapias(todos los derechos reservados)©
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