Las viejas fotografías perdidas entre los
cajones, hablan de olvido, cantan al descuido, persiguen la memoria;
pero los vivos, envueltos en la incertidumbre, no nos atrevemos a tirar a esos
desconocidos, con los que compartimos genes, sangre, historias, que algún
día fueron de supervivencia; por temor a la agonía; por miedo a suicidarnos; por
pánico a la muerte; por eso miramos cansados, agotados, inmersos en nuestros
silencios póstumos, que intentan empatizar con el ayer, a pesar de
tener diferentes abecedarios.
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