Mi madre, acumula en cajones sin destino, las fotografías, centenarias, de mi abuelo, Leoncio, que de vez en cuando, rescato para aliviar mi ánimo, deteriorado, vencido, derrotado, por las circunstancias que vadean mi monotonía; que la invitan a llorar; que la susurran tristeza; que la acarician sin utopías; que la invaden con interrogantes; que la acosan con el dolor; que la mimetizan en un sinfín de ecos que soy imposible de acatar. La memoria, de mi abuelo, se convierte en mis días, en un sobresueldo de supervivencia para la acidez de mi monotonía.
sábado, 4 de julio de 2020
Sobresueldo del recuerdo
Mi madre, acumula en cajones sin destino, las fotografías, centenarias, de mi abuelo, Leoncio, que de vez en cuando, rescato para aliviar mi ánimo, deteriorado, vencido, derrotado, por las circunstancias que vadean mi monotonía; que la invitan a llorar; que la susurran tristeza; que la acarician sin utopías; que la invaden con interrogantes; que la acosan con el dolor; que la mimetizan en un sinfín de ecos que soy imposible de acatar. La memoria, de mi abuelo, se convierte en mis días, en un sobresueldo de supervivencia para la acidez de mi monotonía.
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