Se
me antoja extraño, ver a mis paisanos, a mis amigos, a los turistas, envueltos dentro
de la soledad de sus mascarillas, en las que se esconden del contagio de la
despedida, que está presente en cada rincón, en cada objeto, en
cada pensamiento, en cada caricia, en cada beso, en cada abrazo. Nunca antes, la
llegada de la muerte ,había sido tan transparente, tan lúcida, tan cristalina,
ante nuestra mirada, que siempre ha evitado dialogar con su destino; que como
en las ,viejas, fotografías, permanecía olvidado en un rincón de la memoria,
pero ahora, el duelo se ha instalado dentro de nuestros rostros deformes, que
deambulan con miedo, con prisa, con lágrimas por las calles, que se refugian en
sus casas para ser inmortales, que sonríen al amparo de la lámpara, que callan
ante el dolor de saberse anónimos, en una sociedad que ha perdido su voz, que se ha enclaustrado en el silencio, que se ha suicidado de la alegría, que algún día volverá
asintomática.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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