Las feligresas, antes bautizadas como beatas, salen de misa de ocho; cada día, acuden a su encuentro con su dios ,católico, que las cuida, que las protege, que las salva de la tristeza, de la enfermedad, de las dudas de un mundo, que es ateo desde su creación; que comulga con la violencia; que se desposa con el odio; pero ellas, fieles a la costumbre creen en la santidad, rezan por la salvación; confirman la oración; por eso, cada tarde, sus palabras, se
convierten en susurros entre agnósticos, para que no se pierda el eco de su fe.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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