Una
que ha bregado, por diferentes espacios de trabajo, ha conocido a muchas
personas, a infinitas dramaturgias, a eternas posibilidades de ser
compañeras, compañeros; pero nunca había logrado la empatía, hasta mi
último trabajo; donde me han rodeado los abrazos visibles, e invisibles de
Miriam, de Elisa, y de Sergio, en situaciones complicadas, difíciles, agónicas;
donde contestaron a los vaivenes de mis dudas, con
amabilidad, con educación, con dignidad; esa que se ofrece en los altares
del entusiasmo, donde la necesidad, de ser persona, es más importante que la
voluntad de ser egoísta. De estos meses, que ya están finalizando, me llevo
tres corazones valientes pegados al mío, y este dibujo de mi querida, Miriam,
con una dedicatoria, que me hizo sudar lágrimas de alegría; la alegría, de
haber regalado, mis emociones, a personas, como Miriam; generosa, audaz,
sincera, que no dudó en defenderme frente al acoso del silencio, de la soledad,
de la soberbia, de quienes nunca se aliaron junto a mi destino de la felicidad.
Miriam, Elisa y Sergio, forman parte de mis huellas de palabras, que los abrazarán
hasta el horizonte, donde sus rostros se difuminarán entre la bruma del
recuerdo.
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