En mis paseos por las calles de mi
ciudad, a veces, la nostalgia me abraza y entonces sé que he corresponderla e
ir junto a ella. Viajo al pasado, subo tres escalones para situarme en un
patio, donde nunca he jugado, pero si lo hizo mi abuela materna. Mi abuela era
rubia, pelo rizado y ojos verdes; me acerco hasta ella, la agarro la mano, la
doy un beso, la hablo, pero no me contesta; está pendiente de una ventana;
junto a mi abuela, se encuentra un niño, más pequeño que ella; es rubio, con
ojos azules; le agarra de la mano. Una voz dulce, se abre paso en el patio, es
la de Flora, su madre; apenas la distingo. Les llama para que vayan a comer. Mi
bisabuela, me mira desconcertada; ella si me ha visto, pero no dice nada,
no quiere que los niños se asusten, ante la extraña, que llora desconsolada por
la fugacidad de la vida; por lo efímero del sentimiento; por la caducidad del
recuerdo. Mi abuela, se desvanece junto a su hermano, y yo sé que volveré a ese
patio, donde mi corazón se siente vivo.
Con todo mi amor para mi bisabuela: Flora Sanz Cristobal; mi amada abuelita: Encarna Heredero Sanz y a mi tio abuelo: Amador Heredero Sanz
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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