El cambio climático, no solo
deteriora al planeta, a los humanos, seres ávidos de lograr metas, de
conseguir sueños, de idear fantasías, de escribir sobre el universo, también
nos consume, nos corroe, nos devora por dentro, hasta convertirnos en seres sin
lágrimas, en vagabundos de la agonía, en santos de la basura, en mártires
de la contaminación, en héroes del plástico, que enquista nuestros
estómagos, que se convierten en olvido no reciclable.
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