Cada
amanecer, cuando, dejamos, la cucharilla de mover el azúcar, en el fregadero, abandonamos, la ternura de nuestros sueños, para entregarnos a la
voracidad de nuestra rutina, que no nos abraza, que no nos besa, que no nos
acaricia, que nos invita a sobrevivir en una sociedad de perdedores; donde la
sonrisa es un triunfo; donde la verdad es tiroteada: donde la maldad es garantía
de éxito; ,donde la duda es vapuleada; donde somos parte de una sociedad,
que mira para otro lado, ante nuestro dolor. Cada amanecer, es una lucha por ser
y parecer de hierro ante la adversidad.
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