El horizonte, se pierde en la lejanía, en la ausencia, en la imposibilidad de sus palabras, que se posan, que se desdibujan, que desvanecen entre nubes, que agujeran nuestra sensibilidad, como si de pequeñas lágrimas se tratara, como si de intrépidas despedidas se conjugara, como si de inmunes olvidos se fraguaran. El horizonte, resiste al dolor de la erosión sin quejarse, sin palidecer, formando parte de un abecedario de silencios.
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