El
mundo exterior asusta a nuestra alegría, sobre todo en estos últimos meses, donde los ataúdes, flotan en nuestro imaginario de la derrota; donde un virus,
se cuela dentro de nuestro espacio, nos rodea, nos cerca, nos invade, nos
acerca a la despedida; donde las mascarillas, nos vuelven seres anónimos, seres
carentes de sonrisas, seres sin expresión. Pero hay esperanza de sobrevivir, si
nadamos hacía la libertad de nuestra fantasía, donde una fuente en un parque,
se convierte en un mar, sin destino, que rescata nuestra inmortalidad de la incertidumbre
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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