Los cementerios se cubren de olvido; de vidas cuyo significado ha quedado perdido en el tiempo, de donde nunca volverán, pues nadie los espera, ni los protege, ni los cuida, ni los balancea en su memoria. Me gusta observar los nichos descatalogados, desdibujados, difuminados por la nostalgia de nombres sin destino, como el de doña Isabel Martínez Calvillo,; quien murió el 22 de mayo de 1879, a los 67 años; dejando esposo, hijas y nietos. Isabel nació 1812, año en el que las Cortes de Cádiz, aprobaron la"Pepa", asi llamada la Constitución, que dotaba España, de monarquía constitucional, con división de poderes y sufragio universal indirecto. Isabel resistió hasta los 67 años de siglo XIX, que son los noventa de ahora. Imagino que fue una mujer, entregada a su hogar, al cuidado de sus obligaciones de esposa, de madre, y de abuela. Una señora, con un porte de vitalidad, de fuerza, de lucha, de soberanía sobre sus posesiones; que la hicieron dueña de una historia, nunca escrita en los documentos oficiales, sino en los corazones de quienes la quisieron. Los cementerios, están repletos de sueños de amantes que se leen entre líneas.
Ana Tapias(
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