Esta
amapola, ayer fui a saludarla y ya se ha desdibujado de mi mirada; se abrazaba
a la existencia, porque sabe que es efímera; todos los somos, pero ella, ha de
soportar su destino al aire libre, sin el cobijo del pensamiento; sin la
caricia de la ternura; sin el tejado de la nostalgia. Ha de sobrevivir, a la
rutina de la incertidumbre, que la posa en el dolor, del cual se sostiene en
una barandilla sin nombre, anónima, ausente, de su sentimiento, que la deja
soñar con la libertad que perderá bajo las estrellas, sin luces, ni focos, que
la inviten a soñar con la eternidad.
Ana Tapias( todos los derechos reservados(©
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