Nuestra rutina nos envuelve como si fuera una
sombra kamikaze, que nos mata la energía, y el anhelo de pensar en nuestros
sueños, cuya longitud parece un largo trecho con un pavo real al fondo, que picotea,
lentamente, nuestra voluntad; que se resquebraja, que se quiebra, que se
despieza, dentro de los baches del destino, que nos ahogan dentro de las lágrimas,
que caen hacia nuestras mejillas, cargadas de sangre; sujetas al sufrimiento;
pintadas de dolor; que nos aleja de la utopía de ser felices, pero siempre hay
un banco para sentarnos, para respirar, para coger aire, y seguir inflando
nuestros sueños
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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