Esta fotografía, es del 12 de marzo de 1928, en Madrid. La niña se llama
Pepita. Eso dice en el reverso de la postal. Pepita, cuyos apellidos,
desconozco acompaña mis días de soledad; es una amiga, a quien cuento mis
aventuras, mis desventuras, mis sonrisas, mis lágrimas. ignoro las suyas, pero
sé que diez años más tarde, tendría once o doce años, y sobreviviría al
asedio de Madrid, a la Guerra Civil; injusta, cruel, innecesaria, que la
condenaría a vivir dentro de una dictadura, a la cual imagino que se adaptaría,
si es que no se exilió a otro país, donde permanecería escondida de las ideas
contrarias a un régimen impuesto, nunca querido por la población,
detestado, pero asimilado pues eran incapaces, de rebelarse, contra la rutina
del vencedor, que relegaría a Pepita, como brillante ama de casa, entregada a
sus labores, mientras su marido el héroe de la familia, entregaría, el sueldo, para
alimentar las bocas diezmadas de sueños de sus retoños; quienes veranearían en
la sierra, para si escapar del tedio del blanco y negro, de un país derrotado
de norte a sur, de este a oeste, y Pepita, como consuelo abrazaría su
niñez, donde fue al menos libre
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
No hay comentarios:
Publicar un comentario