Es complicado distinguir al pájaro, pues su color es casi igual al de la barandilla; no mira a la cámara, no quiere ser protagonista, no habla al futuro; pertenece ajeno al mañana, inmerso en el hoy, que lo aleja de la pereza que produce la incertidumbre; que lo aísla de la somnolencia que produce el deseo de ser eterno; que lo columpia en la necesidad de no responder a preguntas sin respuestas, que destilan memorias, que acarician recuerdos, que besan instantáneas, que son olvido, como el momento de un pájaro sin destino.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario