El
olvido se apodera de las calles, que se hielan en medio del destino; que
insiste en ser importante, bajo la mirada ausente de los seres ateridos de frio;
que caminan sujetos a sus nostalgias, que abrazan cada amanecer desde sus mantas
indecisas de sueños, que deciden no
salir sin su bufanda del recuerdo, donde la nieve era la infancia; donde
la nieve era un día sin colegio; donde la nieve eran las manos de los abuelos, que nos hablaban de sus días sin abrigo,
cobijados por el calor del mañana.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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