La hermana mayor, de mi abuelo materno, la tía María, atesoraba
fotografías, que han llegado hasta mí; mi madre, quiere romperlas y tirarlas,
pero no puedo sería como descoser su memoria, que pende del hilo de mi fantasía,
que abraza sus cuerpos; que se han desvanecido en el tiempo, que los ha
cubierto de olvido; y mi mirada acaricia sus sonrisas; indaga en su felicidad;
recicla su ego de eternidad, que quedó enterrado, un día cualquiera que nunca
adivinaré, pero siempre, esos desconocidos formaran parte de mi
soledad; abrigaran mis silencios; escucharan mis palabras de ternura, hacia sus
rostros inmaculados en mi destino.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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