miércoles, 31 de julio de 2024

Mirar


 Estas piedras, podrían hallarse en cualquier parte del mundo, es cuestión de la perspectiva,  que he buscado para que parecieran ajenas a su historia; desprendidas de sus parentescos; desdibujadas de sus sombras, que las persiguen, que las acosan, que las intimidan, que las obligan a ser parte de una civilización derrotada por el silencio;  cuyas huellas son palpables  a través del tiempo; que nos aconseja, ser cautos con las emociones para no llorar en medio del olvido; que estas piedras, mis piedras, conocen bien, pues han escuchado millones  de despedidas inmersas en el sentimiento;  que es espejo de la lucha;  que es sintagma del deseo;  que es amparo de la eternidad; utopía encarcelada en estas piedras, mis piedras, del Acueducto.

© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

Una cigueña

 

Caminaba al lado de una vecina, quien se ofreció a venir conmigo hasta el Alcázar, hubiera ido sola, pero no supe decirla que no; se le notaba aburrida con el hombre que estaba sentada; iba despacio, no podía ir a mi ritmo impreso en mis conmociones interiores;  que llevo sujetas a mi mochila de pasos como si fueran pesos imposibles de dejar atrás; al llegar a los jardines donde abrazo cada atardecer: alcé mi mirada hacia los árboles, para observar su desnudez sin las cigüeñas, ya las echaba de menos; sentía su ausencia en mi cuerpo, abandonado en la soledad de mis huesos rotos en mis lágrimas, que ellas contenían con sus vuelos imposibles. Hablaba con la vecina, que intentaba pasar desapercibida junto a mí sombra, cuando apareció ella, y junté mis vocales y mis consonantes, para escribir la palabra: cigüeña; una de ellas, permanecía fiel a su nido; tal vez, por ser mayor para volar hacia el mar; tal vez, por estar enferma para hallar el destino; tal vez, por ser fiel a su música interior, que le impedía dejar atrás el hogar. Nunca sabré sus motivos, pero me alegro, una tarde de verano, donde de nuevo, ella fui yo.

© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

martes, 30 de julio de 2024

Ausencias

Cada día, necesito mi encuentro con el horizonte castellano, que encuentro en los jardines del Alcázar de mi ciudad; cada día, observo a las cigüeñas; ayer faltaban; noté su ausencia en mi latido que lloraba, recordando sus vuelos, que se alzaban sobre mi soledad;  cuya sombra, son figuras esbeltas, que vigilan mis pasos, atormentados por el paso de los silencios, que ellas descifran; que ellas comprenden; que ellas transforman en palabras de belleza; que me susurran motivos para sobrevivir a la cárcel que es mi rutina; pero sé que volverán y seré libre de mis abecedarios para volar sin miedo.

 

© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

lunes, 29 de julio de 2024

A lo lejos un gato


  A lo lejos, se adivina la figura de un gato, tranquilo, sosegado, pacifico, que domina una calle, sin gente; es un amanecer de verano, inmerso en el calor, que adormece a los cuerpos, que vagan con determinación para hallar una sombra, donde esconderse de su soledad; que habla de sus miedos; que susurra sus derrotas; que abandera sus deseos; que encuentran sentido en el silencio, donde una voz, apenas audible los invita a seguir caminando en un mundo sin ayer; donde una voz, que es un susurro, los aconseja seguir descubriendo horizontes del hoy; donde una voz impostada, los vence para seguir creyendo en los  amaneceres del mañana; que serán testigos mudos, de una calle, cuyo sentido, no insistirá en la derrota.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

jueves, 25 de julio de 2024

Desaparecidos

 Leo periódicos atrasados, forma parte de mi sentimiento de ser participe del mundo, que me impulsa a enterarme de la realidad, no solo la de mi espacio interior y exterior, sino también la de la realidad que cruza fronteras hacia países que nunca viajaré, pero que existen. Me encuentro con una noticia del 28 de enero, publicada en el diario “ El Mundo” titulada” La desaparición de los jóvenes que se alzaron con folios blancos”, que me lleva a China, en concreto  a la provincia de Wuhan; donde jóvenes se manifestaron en contra de la política de” Covid cero”; que enclaustró a millones de personas en China, pero solo unos cuantos héroes, decidieron quejarse, olvidando que sobreviven en una dictadura, donde nadie piensa, donde nadie vive, donde es libre. Sus cuerpos no sabemos si vivos o si muertos, pertenecen quieran o no quieran, las autoridades chinas a los santos laicos del pensamiento; cuyas almas vagaran errantes por la intolerancia de un país, que agoniza entre suspiros de libertad.

© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

Entrevistas

 

No suelo escribir sobre las entrevistas que leo, pero hay algunas que se cuelan dentro de mi corazón; una de ellas, es a Álvaro Pombo, publicada por el diario" El Mundo" el día 28 de enero de 2023; a raíz de la publicación de su libro" Santander, 1936” (libro que leí hace meses con entusiasmo y con voracidad) En la entrevista, Pombo, se define sobre todo como poeta. Poeta al que leo, a través de sus ojos cansados, de sus manos enérgicas, de su voz invisible, atrapada en mi fantasía; que dibuja la vida de un hombre que abraza la soledad, junto a la que morirá, en su mundo de abecedarios, cuyas fronteras delimitaremos sus lectores.

© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

jueves, 18 de julio de 2024

Un limón



Un limón, desnudo, permanece inmutable, solo, desarraigado, en medio de un frigorífico; que anhela ser parte de las fronteras humanas, que se desdibujan, que se desvanecen, que se exilian, al otro lado del silencio; donde un limón sin vestiduras, sabe que pronto será eliminado, para dar condimento a las vidas tristes, de aquellos, que necesitaron de su esplendor para seguir caminando en un mundo con acidez de olvido.


© Todos los derechos reservados) Ana Tapias

martes, 16 de julio de 2024

La casa de la vecina

 

Salía como cada día, a darme un paseíto hacia mi paraíso, donde la soledad, donde la tranquilidad, donde el deseo, de ser libre, me atrapan cada atardecer; cuando oí mi nombre en la calle; alcé mi mirada y encontré a la vecina, con la que comparto terraza. El jueves pasado, venía del mercado con mi padre, cuando vimos una mujer tirada en el suelo, era ella, la vecina; cruzamos de acera y nos acercamos; sangraba mucho por la nariz y por uno de los párpados. La señora, que la apretaba la hemorragia, me dijo, que se mareaba, así que, tomé el relevo; y apreté la nariz, y el párpado. Había mucha sangre en el suelo, pero parecía que no había perdido la consciencia. Intenté calmarla, la dije" Soy Ana, la vecina, que te quiere, tranquila, que todo va a salir bien"; llegó la ambulancia, la vendó la cabeza y se la llevó al hospital; cogimos su carro y su bastón, y nos lo llevamos a casa. Horas más tarde, su hija, a través de la terraza, nos dio las gracias, y la devolvimos el carro y el bastón.  Me dijo, que subiera a casa; lo hice. Su cara, era un cardenal. Me impresionó su rostro, atacado por la caída, pero su voz, permanecía intacta, con su simpatía y su genialidad. Me ofreció dos pastas, y, otra diminuta de chocolate. Por un momento, pensé en mi amor de la infancia Lorenzo; sus abuelos vivieron en esa casa, hasta que se murieron. Me contó cómo se sentía; le dolían los hombros; se había roto un hueso de la nariz, y, para terminar, me enseñó la casa, y nos asomamos a su terraza, que forma parte de mi rutina de supervivencia. Al otro lado del cristal de su casa, observa nuestras cosas, como si fuera una espectadora de otra vida, no la mía; mi ropa tendida: mi sujetador y dos camisetas, que había lavado hacia unas horas sin mucho entusiasmo, me devolvieron a mi cuerpo, a mis circunstancias, que intentaban ser fieles a mi corazón; que abrazó a mi niñez y a Lorenzo. La vecina, se despidió diciéndome que ya había tomado su casa, pero hice algo más que eso, viajé a mi infancia, donde me aguardaba mi fantasía de una vida junto a Lorenzo, que nunca se ha desvanecido, pese a la lluvia.


 © Todos los derechos reservados) Ana Tapias

domingo, 14 de julio de 2024

Soledad



 Dentro del atardecer, se cuela una gaviota que sueña con ser libre frente al mar; que la busca, que la persigue, que la acosa, para que vuele sin miedo; para que acaricie el olvido; para que despierta a la fantasía; que recorre su soledad, que se ancla al horizonte, donde su sombra será ayer.

 © Todos los derechos reservados

Ana Tapias.

Observar la despedida


   No es fácil observar la despedida de los seres, con los que nos encontramos en el camino; a veces, no nos damos cuenta de la obligación que tenemos de sonreír;  pero cuando un cadáver llama a nuestro corazón,  enloquecemos de la culpa de seguir respirando sin dar gracias al destino, por dejarnos soñar un día más; en el que abrir los ojos para mirar  la belleza del momento; que es frágil pero necesaria, para esbozar un compromiso con la lucha; que nos disfraza de héroes,  para sobrevivir a la realidad; donde hemos de jugar a crear  un mundo mejor; para terminar  derrotados cuando la muerte nos arrastre hasta su felicidad.

© Todos los derechos reservados

Ana Tapias.