A lo lejos, se adivina la figura de un gato, tranquilo, sosegado,
pacifico, que domina una calle, sin gente; es un amanecer de verano, inmerso en
el calor, que adormece a los cuerpos, que vagan con determinación para hallar una
sombra, donde esconderse de su soledad; que habla de sus miedos; que susurra
sus derrotas; que abandera sus deseos; que encuentran sentido en el silencio,
donde una voz, apenas audible los invita a seguir caminando en un mundo sin
ayer; donde una voz, que es un susurro, los aconseja seguir descubriendo
horizontes del hoy; donde una voz impostada, los vence para seguir creyendo en los amaneceres del mañana; que serán testigos mudos, de una calle, cuyo sentido, no insistirá en la derrota.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias
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