Un limón, desnudo, permanece inmutable, solo, desarraigado,
en medio de un frigorífico; que anhela ser parte de las fronteras humanas, que
se desdibujan, que se desvanecen, que se exilian, al otro lado del silencio;
donde un limón sin vestiduras, sabe que pronto será eliminado, para dar
condimento a las vidas tristes, de aquellos, que necesitaron de su esplendor
para seguir caminando en un mundo con acidez de olvido.
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