Un
hombre sin paraguas, caminaba asido a su bastón, bajo la incipiente lluvia otoñal;
que no cesaba; que repercutía sobre la calle, invitando a resbalarse; pero él,
en su afán de llegar a su destino, seguía impertérrito al desaliento; conminado
a la necesidad; sujeto a la probabilidad de convertirse en un hombre de la
lluvia; que inundará el alma de aquellos, que torpemente sujetaban sus
paraguas, para no empaparse; pero a veces, es urgente ser valiente.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias García.
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