Mí hermana ha terminado harta de las enfermeras. Han sido bordes con ella. Ella que no sabía si dar lactancia materna o no, ha recibido las malas contestaciones de las enfermeras. Enfermeras que apostaban por la lactancia. Yo no soy madre, mi opinión no cuenta. Mí hermana debe ser libre de decidir y eso hará. En la vida somos nosotros dueños de nuestro destino. Destino nunca perfecto para las miradas de los demás. Es como mí vecina de abajo, que la moleste que madruge. La molesta por qué dice que oyé mis pisadas. Pisadas apenas audibles para una mujer de setenta años. Una mujer que controla mis pasos desde que me levanto. Soy dueña de ellos. Dueña de sí uso zapatillas o zapatos. Dueña de sí madrugo o no. Dueña de mí destino.
Ana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario