sábado, 31 de enero de 2015

Funcionaria

Rostro agraciado, uñas pintadas de rojo, sonrisa amable, estaba sentada al mando de un ordenador. Me preguntó." Vengo a registrar un relato",  contesté con voz tímida. Me miró como si fuera una vagabunda con palabras, que olía mal, que se colaba por la miseria, que carecía del desodorante de la seguridad laboral. Su no explicación sobre cómo rellenar el impreso, hizo que me equivocara, no me dejó repetirlo.
Me sentí pequeña, indefensa, maltratada por una funcionaria, que no era capaz de alargar su mano para recoger mi trabajo, que se burlaba de mi letra, y me aleccionaba sobre lo que significaba registrar. La crueldad señora ,funcionaria, crea charcos invisibles en las mejillas. 
Ana Maria Tapias Garcia.

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