Madrid vende lujo en sus escaparates. Madrid huele a soledad en sus esquinas, donde hombres-pancarta reclaman solidaridad con sus cuerpos, con sus anhelos, con sus voces apagadas. A lo lejos, una mujer parece una penitente, porta una alfombra en sus hombros. Los coches buscan su lugar en la calzada, los peatones corren para que no les despojen de sus sombras. Una farola llora, bajo la mirada de un maniquí sin alicientes para sonreír. Madrid no tiene corazón.
Ana Maria Tapias Garcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario