Hacía tiempo que no veía a Chus Lampreave, me preguntaba dónde estaría. Nunca quise entender que envejecia, que su pelo era blanco, que las arrugas adornaban su rostro, que sus piernas caminaban en silencio, sin hacer ruido, que su cuerpo se evaporaba. Chus permanecerá hiératica en la eternidad, como si fuera una sacerdotisa en un templo de cine. Te llevaré en mi memoria hasta que me devore el Alzheimer .
Con cariño a Chus
Ana Tapias
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