Una niña Yemení de 8 años, fue violada como si fuera un objeto fungible por su marido, de 40 años, en su noche de bodas. Murió, ante la indiferencia de un país que ampara la tradición, la pederastia, y la compra-venta de niñas. La Comunidad Internacional ha de exigir a Yemen, que se comprometa a erradicar esta forma de terrorismo contra las mujeres, que protega a sus menores, y, que encarcele a los asesinos.
Sino condenamos la violencia somos cómplices de ella.
Sino condenamos la violencia somos cómplices de ella.
Ana Tapias
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