miércoles, 18 de agosto de 2021

Nueva realidad, nuevas palabras


  Una locomotora lenta, ruidosa, se acerca al mundo. Sus puertas se abren, lanzan un virus que se propaga como si fuera un incendio sin controlar, que quema los pulmones a millones de personas, que mueren como si fueran víctimas de una guerra, sin metralletas, sin bombas, tan solo con un ente invisible, que juega con los humanos para desprenderse de ellos, en cualquier espacio donde sus cuerpos quepan, para ser enterrados en soledad, sin lágrimas, con llamas del dolor del fallecido, que no esperaba morir por algo del nunca le hablaron, ni se imaginó. Los que viven se escoden dentro de sus casas, si salen, es con mascarillas, con guantes; evitando cruzarse con familiares, con amigos, con vecinos. La dictadura de la falta de libertad, se ha instalado en el pensamiento, que solo repite: PCR, positivos, confinamiento, incidencias, vacunas. Un presidente, sin rumbo fijo, se tambalea delante de los ciudadanos, quienes miran sus relojes, esperando que se calle, que se vaya de una vez, que diga la verdad de lo sucedido. Pero, el presidente, aupado por la irrealidad, no se calla nunca, cree que ha vencido al virus, que sigue dejando sin latido a miles de personas, que no son capaces de soñar sin miedo. Campos de exterminio, cunetas, territorios sin nombre; esconden a fantasmas que se ahogan sin identificar, en medio, del silencio;  que nunca hablará para decir la verdad de una guerra sin tregua, cuya derrota llevamos escrito quienes lo hemos padecido .


A las víctimas del Covid

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

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