No sé si las emociones las posterga el paso del tiempo, que besa segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, pero esta mujer que he fotografiado de espaldas, para no desvelar su identidad, es una heroína del tiempo con aureola de santidad de la supervivencia. Me dijo, hace años, que se llamaba Luz Divina, me la encontraba en el parque donde iba con mis sobrinos; ella, acudía en busca de conversación, de aventurarse en la fantasía de los niños para poder sobrellevar su pasado. Nunca se casó, no sé con quién vivió, pero sé, que pasó un cáncer de ovarios, que la quemó por dentro. Imagino que, en todo el proceso, estuvo sola, aislada, encerrada en salas de hospital y lejos de las iglesias, donde acude a rezar a su dios, que es el que la levanta cada mañana. Se ha caído muchas veces, y todas ellas me cuenta, que no puede caminar, que la duelen las costillas, que ha vomitado, que nadie la ayuda en la residencia sacerdotal donde vive; pero nada la importa, pues sigue hacía delante sin mirar hacia atrás; continua Iniesta, convencida, entusiasta, que ha saltar los obstáculos, acariciando la victoria, de un mundo al que sonríe cada despertar; siempre que la encuentro eleva mi alma hacia su destino, inmerso en la elegancia de adaptarse a cada circunstancia libre de miedo, es necesario aprender de su ejemplo de resistencia, pues ella, es una mártir del sufrimiento, que debería tener su día en el calendario.
martes, 28 de septiembre de 2021
Emociones
No sé si las emociones las posterga el paso del tiempo, que besa segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, pero esta mujer que he fotografiado de espaldas, para no desvelar su identidad, es una heroína del tiempo con aureola de santidad de la supervivencia. Me dijo, hace años, que se llamaba Luz Divina, me la encontraba en el parque donde iba con mis sobrinos; ella, acudía en busca de conversación, de aventurarse en la fantasía de los niños para poder sobrellevar su pasado. Nunca se casó, no sé con quién vivió, pero sé, que pasó un cáncer de ovarios, que la quemó por dentro. Imagino que, en todo el proceso, estuvo sola, aislada, encerrada en salas de hospital y lejos de las iglesias, donde acude a rezar a su dios, que es el que la levanta cada mañana. Se ha caído muchas veces, y todas ellas me cuenta, que no puede caminar, que la duelen las costillas, que ha vomitado, que nadie la ayuda en la residencia sacerdotal donde vive; pero nada la importa, pues sigue hacía delante sin mirar hacia atrás; continua Iniesta, convencida, entusiasta, que ha saltar los obstáculos, acariciando la victoria, de un mundo al que sonríe cada despertar; siempre que la encuentro eleva mi alma hacia su destino, inmerso en la elegancia de adaptarse a cada circunstancia libre de miedo, es necesario aprender de su ejemplo de resistencia, pues ella, es una mártir del sufrimiento, que debería tener su día en el calendario.
El soporte de la fantasía
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
lunes, 27 de septiembre de 2021
Realidades
Caminaba absorta en mi despertar, cuando varias realidades se cernieron sobre mí; un globo que surcaba los cielos de mi ciudad, cargado de seres que hablan pero no vuelvan, quienes son invitados a soñar con ser algo más que bípedos; el cristal de una tienda de ropa interior, que mostraba piernas de plástico con medias para que mis piernas gorditas y rellenitas, que se sumergen en las dudas, en las incertidumbres, en los miedos de la rutina que acosan mi libertad, se volvieran estilizadas y elegantes, si me decidiera a volar, y asi olvidar el vértigo a la mediocridad, de las personas que me rodean con sus envidias, para sentir el bautismo de la felicidad
miércoles, 22 de septiembre de 2021
El otoño
El otoño cruje en silencios en blanco y negro que se acuestan en nuestra memoria, que se vuelca perezosa al escuchar el sonido del viejo despertador, que yace olvidado dentro del espacioso cajón, donde comparte palabras con camisetas estrechas, que escucharon vidas pasadas, observadas a través de cuerpos erosionados por otoños que escupen hojas como si fueran reglones tachados en medio de la nada, que invita a caminar sin rumbro dentro del ayer.
viernes, 17 de septiembre de 2021
Calles y tropezones
martes, 14 de septiembre de 2021
La tía María
Mi abuelo paterno, Leoncio, tenía siete hermanos, entre ellos María. Era
una mujer mayor, de pelo blanco; a quien debía dar besos cuando me lo pidiera.
Nunca me gustaron los besos, tal vez porque era tímida, huraña, desconfiada. La
tía, María, se puso enferma, pocos días después de que la negará un beso, siempre
he llevado ese peso sobre mi conciencia de niña. Nunca tuvo hijos, ni se casó,
pero creo que tuvo algún novio, o al menos fantaseo con la idea, que la pretendió
algún muchacho con el que se ilusionó, pero del que se distanció por consejo de
su padre, un férreo militar, lleno de rectitud, de silencios, de honor, que no
quería que su hija mayor, se fuera de casa con un joven sin futuro. Entregando
a su hija a ser tía de muchos sobrinos, a quienes cuidaría para paliar sus sueños
de madre atrapada en otro cuarto de estar. Los últimos días de su vida, los
pasó en un dormitorio de la casa de mis abuelos. Recuerdo como la bajaran en una silla, casi
muerta, al hospital. No sé qué pensaría en sus últimas horas, tal vez en mi
beso; o tal vez en volar hacía el horizonte, para abrazar otro destino
diferente al que tuvo que resistir
Con amor a mí tía abuela María García Redondo
Ana Tapias( todos los derechos reservados) ©
lunes, 13 de septiembre de 2021
Palabras sin rumbo
Leo periódicos atrasados, donde encuentro
palabras, de políticos, que me invitan a la desidia, al abandono, al suicidio
del sentido común, a la opresión del pensamiento dirigido por líderes de
mercadillo; a quien nunca compraré nada, aunque me lo regalaran en campaña
electoral como marketing de sus siglas. “….La concordia es un valor económico y
la discordia territorial o partidista, es un lastre económico":.. Frase de
un estadista del país, que me lleva a vocales, a consonantes, descoordinadas,
en una frase cuyo destino es el olvido; es atormentar al ciudadano; es inocular
el virus de su verdad, que choca contra la realidad, que se tambalea
dentro de un columpio de idas y de venidas entre días de calendario que no volverán.
Ana Tapias todos los derechos reservados)©
jueves, 9 de septiembre de 2021
Decrepitud de la memoria
Objetos sin bautizar me persiguen, me acosan, me intimidan en mi rutina,
para dejarme en la nostalgia de lo que
me espera, que es olvido incrustado
dentro de mi propio deterioro; que llegara sin darme cuenta, que me postrara en
una cama de hospital, donde moriré sola o tal vez, acompañada, pero sin permiso de mi
inteligencia, que habrá sido devorada por el tiempo, al que nunca volveré
vestida siempre desnuda de mí; entregada
al adiós de mi memoria, que formará parte del universo, desde donde sonreiré
ahíta de momentos
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
martes, 7 de septiembre de 2021
La derrota del tiempo
El tiempo pasa inexorablemente por nuestros cuerpos, hasta convertirlos en meros desechos, que se pegan a las calles, donde son vencidos por ráfagas del destino, cuya dirección es sepultar la memoria, que yace abandonada en el silencio, hasta que llega alguien que recuerda al hombre, o a la mujer, joven, en plenas facultades, con pelo, con sonrisa, con piernas, que salen del marco del olvido, para caminar erguidos en el horizonte, donde se dejan querer por el ayer, por el hoy, y por el mañana
La radio de antes
Apenas
recuerdo aquellas voces, que salían del aparato, enorme, que tenían mis abuelos
en la cocina o del pequeño transistor de mi madre en el comedor. Llegábamos del
colegio, mis hermanas y yo( nos iba a buscar el abuelo) entrabamos en casa
y aparecían mi madre y la abuela; aferradas a su monotonía de amas de casa; sentadas,
cosiendo, concentradas, escuchando la radio, con la que me he vuelto a encontrar
por la muerte de Manuel Lorenzo, el abuelo, de la" Saga de los Porretas"; de voz,
cansada, pastosa, entusiasta, que se confundía con mis meriendas de salchichón o de nocilla; los días que no veíamos los
payasos de la tele. El eco de su voz, son mis sueños, mis fantasías, mis
juegos, mis desvelos, que aprendían a entender un mundo donde desconocidos, nos
dejaban emociones visibles, que se colocaban junto a las sonrisas de las viejas
fotografías de mis bisabuelos; seres sin destino, atrapados en marcos del
tiempo; hasta donde he vuelto a viajar con mi uniforme gris de rayas azules,
para ser una niña sin espejo, sujeta a la radio de la memoria, donde siempre
vivirá Manuel Lorenzo.
Con admiración a Manuel Lorenzo, que fue el abuelo de todos los españoles
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
miércoles, 1 de septiembre de 2021
Cenicienta de la luz
La luz en España, ha llegado a ser un consumo de lujo; gracias a los impuestos que tenemos que soportar los arduos ciudadanos; que camínanos a oscuras con las facturas, impresas en sangre, en sudor y en lágrimas. A duras penas, nuestras manos, agotadas, alcanzan el interruptor de la luz; los callados electrodomésticos; el ausente frigorífico; la vacilante la lavadora; el melancólico tocadiscos; el cariacontecido televisor, que asume su ineficacia, frente a nuestros ojos derrotados por una inflación que cualquier día llega hasta las estrellas, adonde suelo viajar cuando tengo que limpiar, cocinar, planchar; pues solo puedo hacerlo de noche o de madrugada, dejando mi zapato bajo una farola, esperando a que un soñador me rescate y encienda la luz de mi cuerpo, que torpemente se arrastra entre el olvido de las sombras.
Ana Tapias( todos los derechos resrevados)©