No sé si las emociones las posterga el paso del tiempo, que besa segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, pero esta mujer que he fotografiado de espaldas, para no desvelar su identidad, es una heroína del tiempo con aureola de santidad de la supervivencia. Me dijo, hace años, que se llamaba Luz Divina, me la encontraba en el parque donde iba con mis sobrinos; ella, acudía en busca de conversación, de aventurarse en la fantasía de los niños para poder sobrellevar su pasado. Nunca se casó, no sé con quién vivió, pero sé, que pasó un cáncer de ovarios, que la quemó por dentro. Imagino que, en todo el proceso, estuvo sola, aislada, encerrada en salas de hospital y lejos de las iglesias, donde acude a rezar a su dios, que es el que la levanta cada mañana. Se ha caído muchas veces, y todas ellas me cuenta, que no puede caminar, que la duelen las costillas, que ha vomitado, que nadie la ayuda en la residencia sacerdotal donde vive; pero nada la importa, pues sigue hacía delante sin mirar hacia atrás; continua Iniesta, convencida, entusiasta, que ha saltar los obstáculos, acariciando la victoria, de un mundo al que sonríe cada despertar; siempre que la encuentro eleva mi alma hacia su destino, inmerso en la elegancia de adaptarse a cada circunstancia libre de miedo, es necesario aprender de su ejemplo de resistencia, pues ella, es una mártir del sufrimiento, que debería tener su día en el calendario.
Con cariño a mi amiga Luz Divina
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
No hay comentarios:
Publicar un comentario