La luz en España, ha llegado a ser un consumo de lujo; gracias a los impuestos que tenemos que soportar los arduos ciudadanos; que camínanos a oscuras con las facturas, impresas en sangre, en sudor y en lágrimas. A duras penas, nuestras manos, agotadas, alcanzan el interruptor de la luz; los callados electrodomésticos; el ausente frigorífico; la vacilante la lavadora; el melancólico tocadiscos; el cariacontecido televisor, que asume su ineficacia, frente a nuestros ojos derrotados por una inflación que cualquier día llega hasta las estrellas, adonde suelo viajar cuando tengo que limpiar, cocinar, planchar; pues solo puedo hacerlo de noche o de madrugada, dejando mi zapato bajo una farola, esperando a que un soñador me rescate y encienda la luz de mi cuerpo, que torpemente se arrastra entre el olvido de las sombras.
Ana Tapias( todos los derechos resrevados)©
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