jueves, 27 de enero de 2022

Cercanía de la sombra


 

Nadie nos impulsa a acariciar a los sueños, que nos vigilan sin demora debajo de la esperanza, que peina la vida, lágrima a lágrima, palabra a palabra, conquista a conquista, desvelo a desvelo, silencio a silencio. Nadie nos invita a ser felices, por eso, es necesario aprender a volar con el pelo sujeto a la libertad, olvidando el miedo a la muerte, que nos acecha sin vértigo en cada cima que nos atrevemos a escalar

Ana Tapias( todos los derechos reservados(©

martes, 25 de enero de 2022

La prima Carmen

 Acarició entre mis dedos, el recuerdo de Carmen, la prima Carmen, creo que era su nombre, pero he olvidado la historia,  que me contó mi madre y temo volver a preguntarla, por miedo a que piense que porque me importa tanto, una mujer desconocida, lejana, ausente, pero con la que comparto una minúscula parte de mi ADN. Su padre era hermano de mi bisabuelo, Manuel, padre de mi abuela Encarna, madre de mi madre. Florián, se llamaba, mi tío bisabuelo. Florián, se fue a Cuba en busca de una mejor suerte, dejando al otro lado del océano, a la España empobrecida, del siglo XX. Me ha llegado esta fotografía, conservada con amor, entre cajones, que me acerca a una joven vestida con una blusa negra y moño; que tal vez , soñará con una vida junto a un hombre, pero en Cuba encontró la vocación y se cubrió con un hábito. Sé que escribía a mi abuela, su prima carnal, pidiéndola que la escribiera más cartas. Mi abuela, hasta los últimos años, recordaba la dirección: Cienfuegos (Cuba) y nos la repetía a mis hermanas y a mí, como si formará parte de su corazón viajero, que estrechaba a su prima en su memoria. El espejo, refleja los sueños de una adolescente, que amó a ser un invisible, en el que encontró consuelo. No sé si sobrevivió a la dictadura cubana, que persiguió a los dioses ajenos a su doctrina. Imagino, que murió tranquila, anhelando abrazar a su amor, a ese amor, que la sostuvo lejos de su patria a la que nunca volvió, pero, si cupo entre sus dedos que  acariciaba entre sus rosarios.

Con amor a la memoria de Carmen Heredero

Ana Tapias( todos los derechos reservados)

 
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

viernes, 21 de enero de 2022

Comunidades perseguidas

 Leo una noticia en el periódico que me acerca a los Hazaras. Busco información sobre ellos, y me entero que viven rodeados, de etnias, diferentes en Afganistán y en Pakistán. Su idioma es el hazara y son musulmanes chiíes. Han sido eliminados y perseguidos desde hace décadas, y con la llegada de los talibanes al poder, el exterminio no cesa. En el verano de 2021, en el pueblo de Mundarakht,  se llevaron a cabo crímenes, violaciones, torturas sin sentido, pero si con una ética de la maldad, que es arrebatar a la población su alma, sus orígenes, sus ancestros, su historia, teñida de sangre, de unos señores con barba, quienes practican la violencia como forma de dominación sobre su pensamiento, al que silencian, para  que, huya hasta la frontera, donde la libertad no sea una fantasía en blanco y negro. Escucho las lágrimas, de esta comunidad, perseguida, que toman forman en mis palabras de denuncia, que abrazan a cada hazara que sufre y llora en soledad, la humillación de no ser personas.

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©


jueves, 13 de enero de 2022

Collar del recuerdo

 La vetusta botella, permanece olvidada dentro del armario, donde narra las historias del ayer, donde las vacas eran conocidas por los niños, que jugaban a su lado en los pueblos, adonde viajaban a ver a los abuelos. Mis abuelos paternos, tenían vacas; las veía a través de la ventana de la cocina. Parecían tranquilas en el corral, donde no me atrevía a salir a saludarlas. Temía encontrarme, con sus cuerpos, enormes junto a mi pequeñez, que se balanceaba en la chimenea;  donde el abuelo, contaba historias, mientras la abuela se afanaba en cocinar. Mi abuelo ordeñaba las vacas, y la leche llegaba a las botellas de la Celese, que vendía el panadero de casa en casa. Siempre recordaré a Damián, que se dedicaba a la casa de enfrente, donde tenía unas primas, que la ir a verlas, nos encontrábamos con el hombrecillo simpático, bonachón, agradable. Era para mí, un héroe con el saco del pan al hombro y en la mano la caja de botellas de cristal, que repartía entre risas de las vecinas.  Una de las botellas, ha sobrevivido al paso de los años sin deteriorar su aroma a fantasías, a sueños, a esperanzas en permanecer dentro de la botella sin envejecer, como sus letras grandes y su Acueducto. 

A la memoria de mis abuelos paternos: Saturnino Tapias y Evarista de Andrés, con todo mi amor.


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Noticias que no mueren del periódico

 

La avalancha de noticias en nuestra rutina, colapsan nuestra mirada; que sin pedir permiso, olvida a los autores de los sucesos, que  sacuden nuestras vidas, dentro de las circunstancias de la tragedia, a veces, evitable; pero hay noticias que perduran; que nunca son invisibles; que se cuelan bajo nuestro permafrost del sentimiento, son las dictaduras;  que siembran el terror, el hambre, la tortura, en las sombras, que deambulan por las ciudades; que se esconden, dentro, de sus casas, para pensar, para hablar, para llorar, la falta de libertad, que condena sus vidas a la oscuridad;  puesto que el sol, no brilla, es fulminado en la voz de los dictadores, de silabas asesinas, con abecedarios escritos en  sangre, de los que nacen en la disidencia; que acumula mártires agnósticos, que nunca serán rezados en las plazas públicas;  donde hombre uniformados con fusiles, apuntan la libertad, que entre susurros, sueña con despertar cada amanecer. Las noticias de la opresión, secuestran nuestro ánimo, que cierra los ojos para abrazar a los hombres y a las mujeres, sin respiración, ahogados, dentro de mares de silencios, a los que hemos de secundar desde nuestras sociedades democráticas; desde nuestros pensamientos sin barreras; desde nuestras ventanas sin rejas; desde nuestras puertas blindadas a la injusticia, para lograr, que algún día, sonrían al caminar por las calles, al acudir a las tiendas, al visitar a los que se fueron, por miedo ,a ser ejecutados, por cantar a la utopía sin paraguas

A los héroes de Cuba y de Venezuela con admiración

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jueves, 6 de enero de 2022

Soledad de la altura


  Debe ser complicado volar, a no ser que tengas alas y te enseñen. Yo creo que perdería el equilibrio, y tendría una corta vida como ave, por eso me gusta mirar, observar, cotillear a los cigüeñas
 en lo alto de sus nidos. Inhiestas, invulnerables, inalcanzables, solmenes, inquebrantables en su voluntad. Son como  diosas, que no bajan apenas a la realidad. Alguna vez, las he visto de cerca, caminan con sosiego, con tranquilidad, con esmero. Son altas, esbeltas, erguidas. Da miedo, si se ponen al lado, pues nunca sabes la dirección que va a tomar su pico, que puede bailar hacia los seres de tierra, que deambulamos entre sueños, conminados por la esperanza, sujetos a hilos de voluntades, que nos pueden ser arrebatadas en cualquier momento. Pero ellas, desde la soledad de la altura, nunca se pierden en la contaminación de las palabras, que hacen que los seres de tierra pertenezcamos al olvido.

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martes, 4 de enero de 2022

Hombres con barba

 

Aparecen ante mí, en una fotografía de un periódico de 21 de agosto de 2021. No me acostumbro a su presencia en mi sentimiento. Llevan décadas luchando; apuntando con sus fusiles, a quienes no acatan su moral, envilecida por la violencia, por la tortura, por la sangre de sus víctimas,  quienes no  se comportan como dictan sus palabras, irreversibles, contaminadas, opacas, de un mundo nacido en la imposición,  que teme asomarse a la realidad de una sociedad libre, democrática, multicultural, tolerante, donde los sueños forman parte de la esperanza, donde hombres y mujeres, no son fantasmas a los que decapitar, son seres con derechos y deberes, escritos en la Constitución; donde hombres y mujeres, hablan sin miedo de ser ejecutados; donde hombres y mujeres, eligen su forma de vestir, de amar, de susurrar al destino. Las armas no pueden vencer al totalitarismo de sus pensamientos, que vagan sin fisuras por un país que ha olvidado sonreír, que llora sin remedio dentro de mi confinamiento, que si pudiera abriría las casas afganas y las invitaría a volar, y a  los hombres de barba, los llevaría a la universidad para que estudiaran como las costumbres, como las tradiciones han de evolucionar, no perpetuarse en la miseria, en el dolor, en la incertidumbre, de un régimen, que solo asesina la esperanza.

Ana Tapias( todos los derechos reservados(©

La cola de la luz


 

Dos días, para ser atendidos por una muchacha eficiente, en una oficina de la luz; donde la gente, esperaba sin distancia, ni ventilación, en medio de la sexta ola del Covid, que parece que nunca va a dar tregua a nuestras sonrisas. Mi padre, se sentó dentro de la oficina y yo entraba y salía, pues el aforo, nunca cumplido, lo marcaban las sillas de plástico, incómodas y arbitrariamente distribuidas, por un espacio con muchas quejas, incertidumbres, preguntas,  que rondan las cabezas, de los agotados, clientes, que vagan entre sus vidas y las vidas ajenas, que les son contadas con premura  y con sosiego, que parecen contradictorias, pero son palabras cercanas;  pues la premura, de la llegada de nuevos clientes, que preguntan y cortan el relato del sosiego, escupido ante la tardanza, que parece infinita, del número sacado ayer. Una mujer mayor, de media melena, canosa, vestida con un chándal gris y zapatillas de deporte gris, me habla, sabe los números que la faltan para ser llegar hasta la silla gris. No me cuenta porque está allí; debe ser un secreto altamente valorado pienso; mientras la escucho, desde mi asentimiento solemne e inmaculado, curtido por tener paciencia con el sufrimiento ajeno. Desde sus palabras, me acerca a su situación de pensionista, cuyo mísero, paupérrimo, escaso, sueldo, se va entre pagar la luz y pagar la hipoteca, que no la da para apenas comer, ni para comprarse nada; desde que no trabaja, solo ha podido permitirse, unas zapatillas de estar por casa.  No supe que contestarla, ni como consolarla; pues, cada uno de nosotros, tenemos una fuerza, una energía, una costilla interior, no sé si Adán o de Eva, para sobrevivir al sortilegio de estar vivos y enfrentarnos con los problemas. que nos acechan desde que nacemos y que nos persiguen hasta nuestra muerte, rodeada de coronas de flores, que nunca elegimos, que nunca quisimos, que nunca pedimos, y que también nos robará el sueño cómo pagarlas.

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

sábado, 1 de enero de 2022

Palabras desvaídas

 

 Las viejas fotografías, sobreviven perdidas entre las herencias familiares; llegan hasta mí,  para hablarme de su sueño de eternidad, de su deseo de amar, de su beso al destino; que dialoga con ausencias, que se trasforman en sombras, que me acosan para que anuncie que sostuvieron existencias,  que marcaron  sonrisas de vidas que abrazaron con sus cuerpos, demacrados, debilitados, desdibujados por mi memoria, que intenta ser fiel a sus letras, que me susurran, que me acarician, que me invaden, con el aliento de otros tiempos; donde la eternidad se asomaba ,a la ventana, como si fuera un espantapájaros  del miedo, que llegaría a sus abecedarios hasta quedar atrapados en el olvido.

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©