Debe ser complicado volar, a no ser que tengas alas y te enseñen. Yo creo que perdería el equilibrio, y tendría una corta vida como ave, por eso me gusta mirar, observar, cotillear a los cigüeñas,
en lo alto de sus nidos. Inhiestas,
invulnerables, inalcanzables, solmenes, inquebrantables en su voluntad. Son como diosas, que no bajan apenas a la realidad. Alguna vez, las he visto de
cerca, caminan con sosiego, con tranquilidad, con esmero. Son altas, esbeltas,
erguidas. Da miedo, si se ponen al lado, pues nunca sabes la dirección que va a
tomar su pico, que puede bailar hacia los seres de tierra, que deambulamos entre
sueños, conminados por la esperanza, sujetos a hilos de voluntades, que nos
pueden ser arrebatadas en cualquier momento. Pero ellas, desde la
soledad de la altura, nunca se pierden en la contaminación de las palabras, que
hacen que los seres de tierra pertenezcamos al olvido.
Ana Tapias( todos los derechos reservdos)©
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