jueves, 13 de enero de 2022

Collar del recuerdo

 La vetusta botella, permanece olvidada dentro del armario, donde narra las historias del ayer, donde las vacas eran conocidas por los niños, que jugaban a su lado en los pueblos, adonde viajaban a ver a los abuelos. Mis abuelos paternos, tenían vacas; las veía a través de la ventana de la cocina. Parecían tranquilas en el corral, donde no me atrevía a salir a saludarlas. Temía encontrarme, con sus cuerpos, enormes junto a mi pequeñez, que se balanceaba en la chimenea;  donde el abuelo, contaba historias, mientras la abuela se afanaba en cocinar. Mi abuelo ordeñaba las vacas, y la leche llegaba a las botellas de la Celese, que vendía el panadero de casa en casa. Siempre recordaré a Damián, que se dedicaba a la casa de enfrente, donde tenía unas primas, que la ir a verlas, nos encontrábamos con el hombrecillo simpático, bonachón, agradable. Era para mí, un héroe con el saco del pan al hombro y en la mano la caja de botellas de cristal, que repartía entre risas de las vecinas.  Una de las botellas, ha sobrevivido al paso de los años sin deteriorar su aroma a fantasías, a sueños, a esperanzas en permanecer dentro de la botella sin envejecer, como sus letras grandes y su Acueducto. 

A la memoria de mis abuelos paternos: Saturnino Tapias y Evarista de Andrés, con todo mi amor.


Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

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