Acarició entre mis dedos, el recuerdo de Carmen, la prima Carmen, creo que era su nombre, pero he olvidado la historia, que me contó mi madre y temo volver a preguntarla, por miedo a que piense que porque me importa tanto, una mujer desconocida, lejana, ausente, pero con la que comparto una minúscula parte de mi ADN. Su padre era hermano de mi bisabuelo, Manuel, padre de mi abuela Encarna, madre de mi madre. Florián, se llamaba, mi tío bisabuelo. Florián, se fue a Cuba en busca de una mejor suerte, dejando al otro lado del océano, a la España empobrecida, del siglo XX. Me ha llegado esta fotografía, conservada con amor, entre cajones, que me acerca a una joven vestida con una blusa negra y moño; que tal vez , soñará con una vida junto a un hombre, pero en Cuba encontró la vocación y se cubrió con un hábito. Sé que escribía a mi abuela, su prima carnal, pidiéndola que la escribiera más cartas. Mi abuela, hasta los últimos años, recordaba la dirección: Cienfuegos (Cuba) y nos la repetía a mis hermanas y a mí, como si formará parte de su corazón viajero, que estrechaba a su prima en su memoria. El espejo, refleja los sueños de una adolescente, que amó a ser un invisible, en el que encontró consuelo. No sé si sobrevivió a la dictadura cubana, que persiguió a los dioses ajenos a su doctrina. Imagino, que murió tranquila, anhelando abrazar a su amor, a ese amor, que la sostuvo lejos de su patria a la que nunca volvió, pero, si cupo entre sus dedos que acariciaba entre sus rosarios.
Con amor a la memoria de Carmen Heredero
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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