Menguantes, atenuados, ancianos, rayos de sol, se reflejan en tenues amapolas, que anhelan ser escuchadas por los caminantes
que las circundan, que la pisotean, que las ignoran; dentro de sus soledades,
que acallan otros dolores para no ahogarse; para poder sonreír, para cantar a la
esperanza; por eso, me gusta mirar sus destellos de vida, su infancia, su
inocencia, su búsqueda de ser algo más que flores vagabundas, homogéneas,
incompletas; para convertirse en almas
amigas a quienes recordar. Pues bautizan, mis dudas sobre el destino; y
entonces, mi anhelo trasparente de eternidad, las abraza, las acaricia, las
necesita para sentir la belleza y morir lentamente junto a ellas.
lunes, 30 de mayo de 2022
Amapolas en el ocaso
jueves, 26 de mayo de 2022
Martín y el carro
Venia del mercado de los jueves, cargada con el carro de la fruta; solo me faltaba el pan. Dentro de la tienda, vi a Martín con el dueño. Sonó el teléfono, algún encargo, para el dueño, quien estaba solo: así que, descolgó el teléfono (que raro suena esto en tiempos donde el teléfono, ya no está en las casas, sino junto a nosotros) y Martín se dispuso a salir sin ayuda. Dejé el carro, e intenté abrir la puerta para que pasará, bajara el escalón y no se cayera. Me costó, pero lo logré con dificultad. Y el carro, mi carro, cargado de fruta, se lanzó a cruzar la calle sin mirar. Tuve reflejos para atraparlo, antes de que la fruta se quedara en estado de shock, por el frenazo de algún coche, con un conductor malhumorado y cargado de razón, por abandonar, a mi carro a pleno sol. Lo comenté con Martin, no esperaba oírle, y sus labios se movieron; lanzó algunas palabras hacía mi persona y seguro que se fue riendo al encuentro con su soledad.
Descifrar la soledad
En las calles solitarias, abandonadas,
desdibujadas, corre el viento del olvido, que se posa sobre la memoria, de
quienes caminan ajenos al paso del tiempo; de quienes caminan envueltos en su
ego; de quienes caminan sujetos a sus lágrimas; que son incertidumbres, tendidas
al sol, que golpea su débil corazón, que
se afana por sobrevivir en soledad; conminado a ser uno más en círculos de amigos,
donde crean palabras que no le pertenecen, pues su voz se ha quedado dormida
dentro de las ojeras del recuerdo, adonde vuelve en sus calles, esas calles que
nunca le traicionaran.
Ana TAPIAS( todos los derechos reservados)
©martes, 24 de mayo de 2022
Martín
Martín camina, al fondo de la fotografía; va cargado, con la bolsa del pan. Imagino que irá a su casa. No sé, si es viudo, casado o soltero, intuyo que es viudo. Su cara me es familiar, lo habré visto por el barrio; ahora, donde me lo encuentro es en la tienda, a veces yo estoy dentro, otras veces está él. Mari la dueña, le ayuda a bajar con la compra para que no se caiga. Sus pasos son lentos; parece un reloj de otra época a quien hay que dar cuerda; desconozco el tono de su voz, nunca habla; solo mira a través de sus ojos cansados, un mundo que no entiende, pero al que se adapta con la memoria filtrada en el pasado; adonde regresara, cada anochecer, al cerrar los ojos y soñar que nada ha cambiado y que vive junto ella.
lunes, 23 de mayo de 2022
Desperidicios y una amapola
No soy amapola, abocada a mi destino en una
calle, cuyo nombre nadie recuerda; no sé , cómo se sentirá ante su
descuido, ante su abandono, ante su ignorancia, de los personas, que
la humillan tirando los restos de su vida junto a ella; que debería
ser un santuario de la belleza; de lo efímero; de la inteligencia, de la
hermosura, de la creatividad; de una figura erguida sobre el hoy,
que nunca contemplara el mañana; que nunca podrá ahorrar sonrisas; que nunca
besará la esperanza. Soy una mujer, que dibuja palabras dentro de mis sueños,
que gritan al contemplar el deterioro, de la una amapola, aferrada al silencio; por eso recojo sus lágrimas, y las envuelvo dentro de mi ternura.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
jueves, 19 de mayo de 2022
El duelo de la distancia
La niña de la foto, hoy es una mujer adulta, a quien conocí de
pequeña. Mis abuelos y sus padres, eran amigos, muy amigos, pero ellos
murieron: ella creció, como yo, y el cariño se desdibujó dentro del calendario.
A María Eulalia, la llamábamos Mari Lali; la recuerdo como una adolescente
generosa, guapa, sonriente, maravillosa, que traía luz cuando venía a
visitarnos a mis hermanas y a mí. La separación fue algo rutinario, puesto
que, quedamos atrapadas dentro de nuestra lucha; de nuestros sueños; de nuestro
destino; hasta que hace unos días, su hermano presentaba un libro y me acerqué,
para volver a sentir a sus padres; quienes fueron personas encantadoras, Antonia,
y Alfonso. En medio de la sala, apareció una mujer madura, a la que intenté
mirar a los ojos, dentro del murmullo de la gente, dentro de las palabras de lo
asistentes, dentro de la emoción de volver a verla. Mi corazón, me decía que era ella, y busqué
en sus ojos, esquivos, nunca se cruzaron con los míos, una ventana a mi
infancia, y lloré en silencio, y no me acerqué a abrazarla, puesto que, soy tan
tímida como aquella niña a la que hacía feliz. La distancia de nuestras vidas,
nos hizo olvidar el duelo, que a veces vuelve, cuando me la encuentro.
domingo, 8 de mayo de 2022
El rey y la empresaria
Cuenta la leyenda, que en el reino de España, hubo un Rey, que años
después, fue llamado el "emérito"; que se casó con una princesa, que
ayudó su reino a traer la democracia; que mató a un elefante; que conoció a una empresaria alemana; que se
fue del país para estar tranquilo; que
se vio envuelto entre telas de araña de la justicia, donde la presunción de
inocencia es la base, en el país donde vivieron reinas madres con canas de
experiencia: debido a las trampas de la empresaria alemana; que dice la leyenda, que también fue princesa.
Los lacayos, andan perseguidos por las faltas de ortografía del poder, que no
acierta a corregir los precios, y sus voces son acalladas por la dictadura de
la realidad, que no sueña con leyendas decoradas con celos, con
traiciones, con paraísos fiscales, con fiestas. La realidad se suicida, en cada
recibo de luz, imposible de pagar
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
Negación del yo
A mis cinco sobrinos, espero que me rescaten. Os quiero niños, para mí, siempre vais a ser niños.
Ana Tapias( todos los derechos reservados()©
viernes, 6 de mayo de 2022
Intolerancia
La Constitución española fue
aprobada por las Cortes Generales, el 31 de octubre de 1978; ratificada en
referéndum por el pueblo español el 6 de diciembre; promulgada por el Rey Juan
Carlos el 27 de diciembre; y publicada en el BOE el 29 de diciembre. La
Constitución en su artículo 3, dice"
1. El castellano es la
lengua oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y
el derecho de usarla
2. Las demás lenguas
españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomos de
acuerdo con sus Estatutos
3. La riqueza de las
distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será
objeto de especial respeto y protección
En Cataluña, la
Constitución no se respeta, ni se cumple. Leo una noticia, del sábado 11 de
diciembre de 2021, que me lleva a la tragedia que vive un niño de cinco años,
en Canet de Mar, en el colegio. Sus
padres, apelaron a la justicia para que su hijo recibiera el 25% de las clases
en castellano. La justicia obligó al colegio a cumplir el currículo educativo. Esta sentencia, ha llevado a muchos ciudadanos
a manifestarse en contra de la familia; a herir el sentido y el sentimiento, de
quienes quieren estudiar en castellano. Ignoro si el niño se ha enterado; si ha
sufrido; si ha entendido la importancia, del derecho, que tiene por ser español.
Los valores democráticos, son respeto hacia las ideas de los demás, y en
Cataluña, no hay respeto; hay imposición, hay uniformidad, hay intolerancia, por
quienes no son como ellos. La sociedad evoluciona en las diferencias, no en el
pensamiento único; que solo conduce a personas sin identidad, a borregos culturales,
a maquinas sin destino; atadas a lo que piensen otros por ellos. Es
imprescindible, descubrir que somos libres, no seres alineados a la intransigencia,
que solo conduce a la destrucción de la democracia.
Ana Tapias( todos los derechos reservados))©
domingo, 1 de mayo de 2022
Fotografiar el atardecer
Nos pasamos la vida buscando la belleza, y a veces, sucede el milagro imprevisible, de tenerla delante de nuestros cansados, ojerosos, simulados ojos; que intentan atrapar el instante único, inolvidable, impresionante, dentro de nuestra memoria; para eso, necesitamos la ayuda de una máquina que actué de cómplice, de amiga, de espejo, de nuestro olvido; para así, poder ser inmortales, cuando la muerte nos venza la esperanza, la lucha, el deseo de ser libres, y anhelemos el instante mágico donde fuimos de carne y de hueso.