La niña de la foto, hoy es una mujer adulta, a quien conocí de
pequeña. Mis abuelos y sus padres, eran amigos, muy amigos, pero ellos
murieron: ella creció, como yo, y el cariño se desdibujó dentro del calendario.
A María Eulalia, la llamábamos Mari Lali; la recuerdo como una adolescente
generosa, guapa, sonriente, maravillosa, que traía luz cuando venía a
visitarnos a mis hermanas y a mí. La separación fue algo rutinario, puesto
que, quedamos atrapadas dentro de nuestra lucha; de nuestros sueños; de nuestro
destino; hasta que hace unos días, su hermano presentaba un libro y me acerqué,
para volver a sentir a sus padres; quienes fueron personas encantadoras, Antonia,
y Alfonso. En medio de la sala, apareció una mujer madura, a la que intenté
mirar a los ojos, dentro del murmullo de la gente, dentro de las palabras de lo
asistentes, dentro de la emoción de volver a verla. Mi corazón, me decía que era ella, y busqué
en sus ojos, esquivos, nunca se cruzaron con los míos, una ventana a mi
infancia, y lloré en silencio, y no me acerqué a abrazarla, puesto que, soy tan
tímida como aquella niña a la que hacía feliz. La distancia de nuestras vidas,
nos hizo olvidar el duelo, que a veces vuelve, cuando me la encuentro.
jueves, 19 de mayo de 2022
El duelo de la distancia
Con cariño, mucho cariño, a Mari Lali Domingo
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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