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Leo un artículo sobre los
niños albinos en Madagascar; me quedo impactada por su sufrimiento, por su
dolor, por su incertidumbre ante la sociedad, que los considera pequeños
monstruos a los que erradicar; son pequeños trofeos caza, que dan suerte a
quienes los poseen; es triste, muy triste, escribir sobre niños que son
marginados, que son atacados, que son asesinados, por ser blancos, en un mundo donde todos son negros y el color
representa el sometimiento al destino, del que nadie se atreve a rebelarse;
pero ellos, pero ellas, merecen ser
respetados, amados, salvados, cuidados, para que sus cuerpos entregados a la
sombra, no sean invisibles, sino visibles en sus abecedarios de supervivencia,
donde han de conjugar sonrisas de la diversidad.
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Ana Tapias.