Una flor, rodeada de ausencias en medio de un jardín, es un canto a la soledad que nos acaricia, cuando sufrimos perdidas, de los seres, que nos acompañan en nuestros desvelos, en nuestros fracasos, en nuestras victorias, en nuestras lágrimas, en nuestras alegrías, en nuestras nostalgias; es complicado que nos abracen en nuestros sueños, puesto que, nuestros sueños conjugan nuestra alma, con verbos indescifrables, para quienes no se reflejan en nuestro espejo. Una flor, aislada, es un brindis a la supervivencia; donde hemos de ser fuertes al desaliento; donde hemos de convivir con el sufrimiento; donde hemos de resplandecer ante el momento, de vivir un día más sin mirar atrás.
Ana Tapias( todos los derechos reservados(©
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