El frio se ha ido de vacaciones, un anticiclón bronceado lo ha seducido. Lo ha desnudado de las capas de cebolla que llevaba como si fueran kilos de más. Lo ha dejado en una isla incomunicado, ajeno a las lágrimas, de aquellos que recuerdan con nostalgia que con la llegada del frio la nieve murmuraba a su oido.
Ana Tapias
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