Ser o no ser cigüeña escondida en lo alto del campanario, donde no baja su mirada a la realidad, compuesta de rostros rotos en mil pedazos, que se asemejan a fantasmas, que se aparecen detrás de las alambradas, impotentes, exhaustos,vagabundos del dolor. Con las manos heladas por las lágrimas, con lo pies desmayados de caminar, con la vida ametrallada por la guerra. Las cigüeñas deberían acercarse al dolor de hombres, de mujeres, de niños que suplican ser reales en las fronteras.
Ana Tapias
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